El camino nunca estará libre de cargas, pero si estará siempre, lleno de la presencia del Señor, que ha prometido levantarnos, cuando nuestras fuerzas parezcan agotadas.
El poder de la gracia de Dios es ilimitado. Pongamos nuestra esperanza en ese poder, que es superior a cualquier problema, sana todo dolor, nos devuelve la paz, robada por alguna dificultad o preocupación.
Ante un día malo, no te rindas, levántate y sigue adelante, con la fuerza del Señor en Tu corazón, quién, sin importar la dificultad, puede hacer que abunde en nosotros, toda buena obra.
Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra. (2 Corintios 9:8)