Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; Mas con los humildes está la sabiduría. (Proverbios 11:2)
Una experiencia de humildad crea una nueva apertura; la nueva apertura da la bienvenida a una nueva revelación y a una nueva intimidad con Dios; la nueva intimidad con Dios genera asombro y maravilla sobre lo que está sucediendo. Cuando finalmente interiorizamos que Dios tiene el control de todo, de todas las circunstancias de nuestra vida, el asombro es el sentimiento que brota en nuestro interior. Un sentimiento de victoria incluso en las fauces de la derrota; nada es fatal o definitivo cuando un Dios que te ama tiene el control.
Como estamos aprendiendo, este poderoso fenómeno del Espíritu Santo llamado trascendencia trabaja para transformar nuestra forma de pensar y de vivir. A medida que aprendemos a abrazar su liderazgo personalmente, a confiar en su voz y a movernos obedientemente, nos encontramos elevándonos por encima de los obstáculos que hay dentro y fuera de nosotros. Es este el inicio de nuestra victoria.
El primer trabajo de transformación del Espíritu Santo es amasar el amor de Dios en cada área de nuestra esclavitud y dolor, creando una nueva seguridad del alma, después de lo cual Él explota esa libertad y sanación hacia afuera y en nuestras conexiones con los demás.
La segunda misión de transformación del Espíritu Santo es liberarnos de la búsqueda de satisfacción en otras fuentes que no sean Dios, enseñándonos a aceptar, agradecer y vivir con satisfacción la vida que Dios nos ha dado.
Todos los seres humanos luchan por conciliar su realidad con sus expectativas. Está la vida que pensábamos que íbamos a vivir, y luego está la vida que Dios se ha propuesto y nos ha llamado a vivir, aceptémosla y honrémosla contando siempre con Su Espiritu y con Su gracia.
Señor, gracias por revelarnos cuál es el camino al que nos has llamado.