Mensaje de Mujer #429: Vida en abundancia

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. (Juan 10:10)

El Señor Jesús no solamente vino a salvar y buscar lo que se había perdido (Lucas 19:10), sino que también vino a darnos vida y vida en abundancia. Pero nosotros como cristianos, ¿cuántas cosas hemos dejado perder? ¿Por qué no estás gozando esa vida abundante?

Joel 1:2-4 dice que lo que dejaron las langostas grandes, se lo comieron las pequeñas; lo que dejaron las pequeñas, se lo comieron las larvas; y lo que dejaron éstas, se lo comieron las orugas. ¿Por qué? Porque básicamente diría yo, nos olvidamos del primer amor con el Señor. Tenemos que despertar y reconocer el problema. Nuestra relación con Dios se cayó. Hemos descuidado ciertos factores importantes en esta relación y la cuestión es de cuidado. Pudo ser el trago o la falta de compromiso con Dios ¿Hemos sido fiel con las ofrendas? ¿Cómo anda nuestro hogar? ¿Cómo está nuestra integridad? Reconozcamos la caída de aquello que era nuestro sustento (Joel 1:5-12). Estamos afectados porque la situación nos ha hecho gemir. Estamos estresados. En Deuteronomio 28:38 se nos dice que las langostas devoran nuestro plantío a causa de la desobediencia.

En Sansón tenemos un ejemplo claro del engaño. Dalila lo engaño. Fue audaz y persistente. De igual manera Satanás también nos engaña. A él no le importa esperar con tal de lograr su cometido. Él si sabe ser paciente. Sansón se creía muy fuerte y estaba convencido de que nada le pasaría. Le confesó a Dalila donde residía su fuerza y termina humillado y ciego ante un espectáculo grotesco. Satanás no tiene afán de arruinar nuestra vida. Poco a poco nos va alejando de la santidad hasta que logra su cometido. ¡Cuidado!

Sin embargo, Dios nos llama al arrepentimiento (Joel 1:13-14 y 2:12-14). “Vuélvanse a mí de todo corazón”. “Vuélvanse al Señor su Dios, porque él es bondadoso y compasivo, lento para la ira y lleno de amor, cambia de parecer y no castiga”.

Si buscamos a Dios de corazón, Él puede cambiar la situación (1ª.Reyes 8:37-39). Si no estamos disfrutando la vida que Jesús nos vino a dar, es hora de romper cadenas. Si nos arrepentimos, Él responderá (Joel 2:18-27). Los versos 25 y 26 dicen: “Yo los compensaré a ustedes por los años en que todo lo devoró ese gran ejército de langostas que envíe contra ustedes: las grandes, las pequeñas, las larvas y las orugas. Ustedes comerán en abundancia hasta saciarse, y alabarán el nombre del Señor su Dios, que hará maravillas por ustedes. ¡Nunca más será avergonzado mi pueblo!

Dios puede restaurarnos como lo hizo con José o con Job. Confía en Él. Yo de mi parte, no voy a dejar que la langosta, ni la larva ni la oruga, sigan devorando lo que me pertenece.

¡SEÑOR, MANDA LA LLUVIA, VISITA MI VIDA!

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *