Cuando una joven pareja de enamorados se separa, anhelan volver a estar unidos. Cuando un padre se separa de su hijo, la añoranza es intensa. Cuando una persona ya no puede permanecer con su cónyuge de muchos años, debido a la enfermedad, la muerte o el divorcio, el alma de esa persona gime por estar junto a quien tanto ama.
¿Reconoces que tu espíritu anhela estar con Dios? ¿Terminas cada día y comienzas otro anhelando estar en la presencia de Dios? Reconozcamos nuestra hambre de Dios no sólo satisfaciéndola pasando tiempo con Él, sino también comunicando nuestro deseo, afecto y necesidad de la presencia de nuestro Padre celestial con aquellos que nos rodean.
Señor, clamo por estar en tu presencia. Sé que el trozo de mi alma que a veces me falta sólo puede encontrarse en ti. Por favor, querido Padre, está siempre presente en mi vida. En el nombre de Jesús te lo pido, Amén.
Lo que dice La Palabra:
Con mi alma te he deseado en la noche, y en tanto que me dure el espíritu dentro de mí, madrugaré a buscarte; porque luego que hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia. (Isaías 26:9)