Una Palabra:
ABOGADO
Un Versículo:
Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. (1 Juan 2:1)
Cuando buscamos conocer la verdad, nuestro Abogado nos dice: «Yo soy la verdad». Cuando buscamos un norte, una dirección, un camino, Él nos dice: «Yo soy el camino». Cuando queremos saber qué será de nuestro futuro, de nuestro mañana, Él nos dice: «Yo soy la vida eterna para vosotros».
Y, finalmente, seguros de que tenemos al mejor abogado, queremos saber el resultado, lo que recibiremos con nuestra causa ganada, nuestro abogado aparece diciendo: – Al que venza… le daré a comer del fruto del árbol de la vida (Apocalipsis 2:7); – no recibirá la pena de muerte (2: 11); le daré a comer del maná escondido y le daré una piedra blanca escrita un nombre nuevo (2:17); le daré poder sobre las naciones (2:26); le daré vestiduras blancas y escribiré su nombre en el libro de la vida, aún hablaré de su nombre ante Dios y los ángeles (3:05) le concederé reinar conmigo para siempre (3:21).
No hay mejor abogado, no hay mejor defensor, no hay otro, nadie ha poseído ni poseerá jamás sus cualidades, pero ¿cómo tenerlo como mi abogado, cómo entregarle mi causa?
Es necesario que firmemos el poder, confesemos nuestros pecados y faltas ante nuestro abogado, le contemos nuestros problemas, le entreguemos nuestra causa, dejemos que nos guíe, nos dirija, nos cuide, nos proteja. ¿Pero cómo?
El Salmista, en el Salmo Bíblico número 37, en el versículo número 05, nos enseña y nos muestra cómo tener este abogado diciendo: «Encomienda tu camino al Señor, confía en Él, y Él hará.
Él está listo para patrocinar nuestra causa, Él está listo para ganar esta causa para nosotros, Él está listo para hacernos más puros que la nieve, Él está listo para hacernos santos, todo lo que necesitamos es rendir nuestras vidas a Él.
Entreguemos nuestras vidas a Jesús, orando, con un corazón contrito, y pidiéndole que nos tome en sus manos, que tome nuestras vidas bajo su dirección, y confesando que solos no podemos realmente hacer nada. Sólo con Él podemos ser victoriosos, sólo con Él podemos ser felices, sólo con Él podemos superar nuestros pecados e imperfecciones. Con Él entonces somos más que vencedores.
Oración:
Señor, gracias por que eres el justo abogado que me representa y quiere apoyarme en mi causa con su misericordia y su amor, por ello Te entrego lo que soy Padre, mis miedos, mis angustias, mis problemas, para que seas Tu quién me guíe, me proteja y me dirija por los mejores caminos, los caminos de verdad y de vida, que sólo Tu abres, y los únicos que me llevarán realmente a la victoria. En El Nombre de Jesús, Amén.